“El  cierre del Gobierno paraliza aeropuertos y deja a miles varados en EE.UU.”

WASHINGTON.

 El cierre parcial del Gobierno de Estados Unidos, que ya supera un mes sin solución a la vista, ha comenzado a generar un efecto dominó de retrasos, cancelaciones y frustración en los principales aeropuertos del país, donde la tensión crece entre pasajeros, controladores aéreos y personal de tierra que trabaja sin cobrar.

 Según datos del Departamento de Transporte, casi 13,000 controladores aéreos continúan laborando sin recibir salario desde que inició la parálisis administrativa el pasado 1 de octubre. Sin embargo, cada vez más de ellos se acogen a bajas por enfermedad o se ausentan por agotamiento, lo que está provocando un colapso progresivo en la gestión del tráfico aéreo.

“Cuando vienes aquí, esperas que todo funcione a la perfección. Ahora vamos a pasar aquí cinco horas, hemos salido antes por la situación. Estoy un poco decepcionada”, dijo a la agencia AP una pasajera en el aeropuerto George Bush de Houston, donde las colas se extendían por horas y hubo viajeros que esperaron más de cuatro horas antes de poder abordar.

El personal de asistencia en tierra también se encuentra al límite. Muchos empleados, sin recursos para costear el transporte o el almuerzo, han optado por no presentarse, reduciendo los equipos a niveles mínimos. La situación se repite en aeropuertos como Atlanta, Chicago y Nueva York, donde las demoras alcanzan niveles récord y la seguridad aeroportuaria opera bajo presión.

El origen de esta crisis radica en la incapacidad del Congreso para aprobar un presupuesto. Republicanos y demócratas permanecen estancados en un enfrentamiento político sobre la financiación de la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible (ACA), conocida como “Obamacare”, que ofrece subsidios para el seguro médico a millones de estadounidenses.

Mientras los demócratas exigen una prórroga de los créditos fiscales de salud como condición para aprobar el presupuesto, los republicanos insisten en que ese tema puede resolverse después, prolongando el impasse que amenaza con convertirse en el cierre gubernamental más largo de la historia si no se alcanza un acuerdo en los próximos días.

Las consecuencias del cierre se extienden más allá de los aeropuertos. El Departamento de Agricultura (USDA) advirtió que la ayuda alimentaria federal no será pagada el 1 de noviembre, una decisión que golpearía directamente a millones de familias que dependen del programa de asistencia nutricional.

Economistas y analistas advierten que si la crisis persiste, el impacto podría ser devastador. “Cada día de cierre significa más pérdidas para el transporte aéreo, el turismo y la economía doméstica”, alertó un experto del Instituto Brookings.

Por ahora, los pasajeros enfrentan largas esperas, incertidumbre y frustración, mientras el país observa cómo la falta de acuerdo político amenaza con poner al borde del colapso el sistema aéreo más grande del mundo.

 

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